jueves, 19 de septiembre de 2013

La Magia de nuestro cerebro


Una de las asignaturas que cursé en mi Máster fue “Neurociencia cognitiva”, para lo cual utilizamos el libro de Blakemore y Frith: “Cómo aprende el cerebro”, basado en estudios sobre el pensamiento, la memoria, la atención, el aprendizaje, las actitudes y las emociones. He resumido sus principales aportes y a continuación os envío mi reflexión sobre ello:

Sabíais que tenemos 100.000 millones de neuronas, con 100.000 ramas cada una. Eso significa billones de conexiones. Más conexiones que habitantes del planeta, en nuestro cerebro. Las neuronas son nuestras células del cerebro que funcionan como pequeñas baterías con diferencias de voltaje que al activarse, descargan un impulso, un potencial de acción y cómo resultado surge nuestra vida consciente, nuestras emociones y la regulación de nuestro organismo.

Todo aprendizaje está posibilitado por las estructuras neuronales del cerebro, que a su vez son modificadas por el aprendizaje. La característica principal del cerebro es su plasticidad neuronal, lo que hace que el cerebro adulto también sea maleable, cambiando incluso hasta su tamaño. Para que lo entendáis os pongo el ejemplo de los taxistas, que dependiendo del número de años trabajados, incide directamente en el tamaño de su hipocampo, región cerebral relacionada con la ubicación espacial, es decir con el lugar dónde se encuentra cada cosa, cada sito,¿no es increíble?

Existe una ley considerada como la “Ley de hierro”: Lo que no se usa se pierde. El cerebro está  diseñado para la acción. La pereza; la rutina y la pasividad lo intoxican. El aprendizaje, la lectura y la escritura cambian la estructura cerebral. La capacidad de adaptación depende de cuánto usemos nuestro cerebro. Naturaleza, nutrición y educación pueden mejorar nuestro cerebro. Mientras los profesores enseñan, se forman conexiones en el cerebro, surgiendo nuevas dendritas en las neuronas y millones de sinapsis.

La corteza frontal, planificadora y ejecutiva, continúa desarrollándose durante la adolescencia, donde se produce una segunda oleada de desarrollo, por lo que sería apropiado prolongar la etapa educativa, fortaleciendo el control interno.

Otro dato importante y milagroso es la gran capacidad de recuperación del cerebro que con una pequeñísima porción de células intactas en una región dañada puede bastar para ejecutar una tarea e iniciar el proceso de reparación, puede aprender estrategias de compensación y pasar desapercibida la lesión.

Programación genética y estimulación ambiental se requieren para el desarrollo normal del cerebro. Los entornos estimulantes y el ejercicio físico producen más conexiones neuronales y mayor suministro de oxígeno.

Un periodo breve de práctica puede influir en el cerebro de manera significativa, modificando su estructura. El elevado nivel de actividad hace que se refuercen las conexiones entre las neuronas. Si se estimulan, se vuelven cada vez más fuertes. Con cada experiencia el cerebro recablea su estructura. Los cambios en las conexiones son responsables del aprendizaje y la memoria y viceversa.

El ejercicio físico es el estado normal para el que hemos sido diseñados los seres humanos, hace que el cerebro aprenda con mayor rendimiento. Incrementa la capacidad de los glóbulos para absorber oxígeno. Mejora no sólo las funciones muscular, pulmonar y cardíaca, sino también la función cerebral.

Por último quería resaltar la importancia de la terapia cognitiva, la cual re-enseña a pensar, produciendo así cambios en su cerebro, que afectan directamente en nuestros resultados y en nuestro estado de ánimo.

Conclusión: No dejar nunca de aprender, hacer ejercicio físico y practicar todo lo que sintamos que nos hace bien, en cuanto a lo que pensamos, decimos, hacemos y sentimos.

 Ánimo ¡!!




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