Una de las asignaturas que cursé en mi Máster
fue “Neurociencia cognitiva”, para lo cual utilizamos el libro de Blakemore y
Frith: “Cómo aprende el cerebro”, basado en estudios sobre el pensamiento, la
memoria, la atención, el aprendizaje, las actitudes y las emociones. He
resumido sus principales aportes y a continuación os envío mi reflexión sobre
ello:
Sabíais que tenemos 100.000 millones de
neuronas, con 100.000 ramas cada una. Eso significa billones de conexiones. Más
conexiones que habitantes del planeta, en nuestro cerebro. Las neuronas son
nuestras células del cerebro que funcionan como pequeñas baterías con
diferencias de voltaje que al activarse, descargan un impulso, un potencial de
acción y cómo resultado surge nuestra vida consciente, nuestras emociones y la
regulación de nuestro organismo.
Todo aprendizaje está posibilitado por las
estructuras neuronales del cerebro, que a su vez son modificadas por el
aprendizaje. La característica principal del cerebro es su plasticidad
neuronal, lo que hace que el cerebro adulto también sea maleable, cambiando incluso
hasta su tamaño. Para que lo entendáis os pongo el ejemplo de los taxistas, que
dependiendo del número de años trabajados, incide directamente en el tamaño de
su hipocampo, región cerebral relacionada con la ubicación espacial, es decir
con el lugar dónde se encuentra cada cosa, cada sito,¿no es increíble?
Existe una ley considerada como la “Ley de
hierro”: Lo que no se usa se pierde. El cerebro está diseñado para la acción. La pereza; la rutina
y la pasividad lo intoxican. El aprendizaje, la lectura y la escritura cambian
la estructura cerebral. La capacidad de adaptación depende de cuánto usemos
nuestro cerebro. Naturaleza, nutrición y educación pueden mejorar nuestro
cerebro. Mientras los profesores enseñan, se forman conexiones en el cerebro,
surgiendo nuevas dendritas en las neuronas y millones de sinapsis.
La corteza frontal, planificadora y
ejecutiva, continúa desarrollándose durante la adolescencia, donde se produce
una segunda oleada de desarrollo, por lo que sería apropiado prolongar la etapa
educativa, fortaleciendo el control interno.
Otro dato importante y milagroso es la gran
capacidad de recuperación del cerebro que con una pequeñísima porción de
células intactas en una región dañada puede bastar para ejecutar una tarea e
iniciar el proceso de reparación, puede aprender estrategias de compensación y
pasar desapercibida la lesión.
Programación genética y estimulación
ambiental se requieren para el desarrollo normal del cerebro. Los entornos
estimulantes y el ejercicio físico producen más conexiones neuronales y mayor
suministro de oxígeno.
Un periodo breve de práctica puede influir en
el cerebro de manera significativa, modificando su estructura. El elevado nivel
de actividad hace que se refuercen las conexiones entre las neuronas. Si se
estimulan, se vuelven cada vez más fuertes. Con cada experiencia el cerebro
recablea su estructura. Los cambios en las conexiones son responsables del
aprendizaje y la memoria y viceversa.
El ejercicio físico es el estado normal para
el que hemos sido diseñados los seres humanos, hace que el cerebro aprenda con
mayor rendimiento. Incrementa la capacidad de los glóbulos para absorber
oxígeno. Mejora no sólo las funciones muscular, pulmonar y cardíaca, sino
también la función cerebral.
Por último quería resaltar la importancia de
la terapia cognitiva, la cual re-enseña a pensar, produciendo así cambios en su
cerebro, que afectan directamente en nuestros resultados y en nuestro estado de
ánimo.
Conclusión: No dejar nunca de aprender, hacer
ejercicio físico y practicar todo lo que sintamos que nos hace bien, en cuanto
a lo que pensamos, decimos, hacemos y sentimos.
Ánimo
¡!!
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