Lo primero pedir disculpas por haberme retrasado en la entrega de la 2ª parte del capítulo 5, que a este paso, consistirá en mi entrega del mes de Marzo. Mis compromisos profesionales me están demandando mucho tiempo y entrega y debo limitar mi participación en el blog. Llevo 9 días de prácticas en Trastornos del Desarrollo en el centro Manos Tendidas, en Madrid. Ayer regresé a León hasta el lunes que vuelvo al ataque. Como todos los principios, me encuentro algo superada por las circunstancias y viéndome obligada a reajustar todos mis ritmos y actividades, así que hasta que me logre ordenar, mis disculpas si estoy algo lejos...
Sobre mis prácticas decir que creo que he sido llevada al lugar indicado, pero esto merece un post aparte que pronto llegará, sólo adelantar que me siento agradecida a Dios y a la vida por haberme puesto en ese lugar.
Y ahora, vamos a lo que vamos, preparados, listos, ya !!!
Enseñanza y curación: Unirse a la Expiación es la
manera de escapar del miedo. El Espíritu Santo te ayuda a reintepretar todo lo que percibes
como temible y te enseña que sólo lo que es amoroso es cierto. La verdad está
más allá de tu capacidad para destruir, te perteneces porque tú eres una extensión
de Dios y la creaste con Él. Nada que no sea bueno fue creado. La Expiación
garantiza la seguridad del Reino y la unión de la Filiación lo
protege. Su unión vence al ego que se desvanece y deshace. Dios crea
compartiendo y sus creaciones son amorosas. Las ideas del ego entran en
conflicto porque ocurren en diferentes niveles y están en oposición por lo que no
se pueden compartir. Nada puede hacerte daño y por eso debes mostrar a tu
hermano tu plenitud. “Ofrécele la otra mejilla”, muéstrale que nada puede
hacerte daño y que no le guardas rencor. Te exhorto a que enseñes lo que has
aprendido porque al hacerlo podrás contar con ello. El Espíritu Santo expía deshaciendo,
siguiéndole encontramos el camino de regreso a Dios pero lo encontramos mejor
si llevamos a nuestro hermano con nosotros. Lo que enseñes es lo que
aprenderás. Cuando abandonas a uno de tus hermanos abandonas a Dios y a ti
mismo. La Expiación te confiere el poder de una mente que ha sanado. Perdonando
curas y compartiendo tu curación la conservas.
El uso que el ego hace de la culpabilidad: El propósito del ego es infundir
miedo porque sólo los que tienen miedo son egoístas. Todo lo que genera miedo
produce disensión porque obedece las leyes de la división. Si el ego es el
símbolo de la separación también lo es de la culpabilidad, que es el símbolo
del ataque a Dios, cosa que no tiene sentido excepto para el ego, siendo esta
creencia de donde procede toda la culpa ¿cómo iba a poder separarse una parte
de Dios sin creer que lo está atacando? El ego cree que usurpaste el poder de
Dios pues cree que tú eres él. Por eso si te identificas con el ego te sientes culpable.
El sentimiento de culpa es tan intenso que lo proyectamos afuera y por eso
tememos tanto a las represalias. Lo que aceptas en tu mente se vuelve real para
ti, pues la mente es capaz de crear realidad o de fabricar ilusiones. Si te
sientes culpable es que tu pensamiento no es natural. Si tu mente está sana,
sana a la vez al cuerpo pues la enfermedad es una forma de solución mágica ya
que el ego cree que castigándose a sí mismo mitigará el castigo de Dios, pero
eso es arrogante pues asume que Dios castiga. El ego no puede oponerse a las
leyes de Dios pero sí puede reinterpretarlas. Dios creó al Espíritu Santo y no puedes
deshacerlo y tú creaste al ego que sí puedes deshacer, pues si no piensas como
Dios no piensas en absoluto. Puesto que formas parte de Su pensamiento, no
puedes pensar separado de Él. El propósito de la Expiación es conservar del
pasado únicamente aquello que ha sido purificado. La continua decisión de
permanecer separado es la única razón de que siga habiendo sentimientos de
culpabilidad.
El tiempo y la eternidad: Aunque Dios no está esperando, a
su Reino le falta algo mientras tú esperes. En la eternidad las demoras no
importan pero en el tiempo son realmente trágicas. Mi papel es desatar las
cadenas que aprisionan tu voluntad y liberarla pero tu ego no puede aceptar
esta libertad y como tú lo creaste, para ti es real. El ego dicta sentencia y
el Espíritu Santo revoca sus decisiones. El ego no interpreta correctamente nada de lo que
percibe. Hasta cita las Escrituras y las interpreta como testigos a su juicio y
así la Biblia parece algo temible y lo que te genera miedo no lo llevas al
Tribunal Supremo porque crees que te castigaría. La paciencia infinita produce
resultados inmediatos y así el tiempo se intercambia por la eternidad, recurre
al amor infinito y al producir resultados ahora, hace que el tiempo se haga
innecesario.
La decisión a favor de Dios: Debes sentirte esperanzado pues
estás al cuidado de Dios, echa sobre su hombro toda angustia. Muchos sanadores
no han podido curarse a sí mismos porque su fe no era absoluta. A menos que el
sanador se cure a sí mismo, no podrá creer que no hay grados de dificultad en
los milagros. Sólo se te pide que le devuelvas a Dios tu mente tal como Él la
creó. La Voz que habla por Dios se encuentra en ti. Dios te encomendó su
Espíritu y te pide que tú le encomiendes el tuyo. Y dispone que estará en paz porque tú eres de una misma mente y un
mismo espíritu con Él. El último recurso desesperado del ego es excluirte de la
Expiación, por su necesidad de mantenerse separado. Siempre que no te sientes
completamente satisfecho es porque has reaccionado sin amor ante una de las
creaciones de Dios. Tú lo percibes como un pecado y te pones a la defensiva
porque prevés un ataque. Si sucumbes al sentimiento de culpa, reforzarás el
error, en vez de permitir que sea deshecho. Tu papel consiste simplemente en
hacer que tu pensamiento retorne al punto en que se cometió el error, y en
entregárselo allí a la Expiación en paz.