He vuelto !!!
Parece mentira que uno de mis compromisos para el 2014
fuera no desatender mi blog y hace semanas que no escribo, pero esto tiene una
explicación…estoy con mis exámenes finales del máster, acabo de entregar el
penúltimo y el 21 de Febrero terminaré mi quinceava y última asignatura.
Además este mes me pidieron de la Asociación del TDAH
de León, que impartiese dos charlas, una sobre el Ciclo Vital de las personas y
otra sobre el Trastorno Déficit de Atención con o sin Hiperactividad.
Como siempre es todo sincrónico y serendípico en mi
vida, resulta que una de esas asignaturas de las que me examino estos días,
habla exactamente de lo mismo que trató mi charla del viernes pasado, lo cual
podría ser interpretado como una gran coincidencia…mmmm…
Mi intención fue transmitir a aquellas madres y
padres, cómo el desarrollo de la personalidad de sus hijos, dependía en gran
medida de la educación que les entregaran y de la calidad del ambiente en el
que sus vidas transcurrieran.
Normalmente los niños llegan a consulta cuando se dan
claros síntomas de problemas conductuales, físicos y académicos y se
interpretan los síntomas emocionales como secundarios a dichos problemas,
mientras que en la mayoría de los casos, son cuestiones de tipo afectivo y
emocional, las que están causando el resto de síntomas asociados, como un
trastorno negativista desafiante o un trastorno disocial.
Si nos fijamos en el desarrollo psicosocial del niño,
la primera etapa por la que éste atraviesa es la etapa de la confianza, para
poder así desarrollar una actitud de esperanza con el mundo. Para que esto se
produzca, los padres o cuidadores deben satisfacer adecuadamente las
necesidades básicas del niño en cuanto a cuidados, nutrición, afecto,
seguridad, un ambiente armonioso, el calor de los padres y un comportamiento
consistente en ellos. Si esta primera fortaleza necesaria, no se adquiere, ya
tendremos a la base, a un niño retraído lo cual va a influenciar su posterior
desarrollo en las etapas de autonomía, iniciativa, autoestima...impidiendo la
adquisición de otras fortalezas como la voluntad, la finalidad, la
pro-actividad...y sin embargo, se habrán generado otras debilidades como la compulsión,
la inhibición, la inercia...afectando al resto de áreas de nuestra
personalidad.
Si, como decía Freud, los 5 primeros años son
decisivos, si la base no está sólida, el edificio se tambaleará. La forma de
lograr esta solidez es reforzando todo el desarrollo emocional del niño y
respecto a eso lo primero que hay que tener claro es que el cariño es
biológicamente necesario para un adecuado desarrollo.