domingo, 14 de septiembre de 2014

Mi verano locoooooo......................

Dios, como me cuesta esto de sentarme al ordenador, siempre estoy buscando excusas pero esta vez las he tenido. Llevo un verano que no veas de inesperado y de lo más variopinto en cuanto al trabajo. 


El mes de Junio fui contratada por una consultora que realiza trabajos externos para la Comunidad de Madrid, con el objetivo de impartir unos cursos a personas con algún tipo de discapacidad física, sobre Reinserción Sociolaboral. Realicé varios talleres con distintos grupos. La media era de 12 a 16 horas con cada grupo, distribuidas en 4 horas por día y lo que en un principio me parecía complicado, el hecho de mantener entretenida con contenidos formativos por ese tiempo a mi audiencia y mis participantes, se convirtió en una tarea de lo más entretenida para mí. Me sentí a gusto y motivada y a ellos también les sentí de esa manera y eso me hace pensar que estoy en el camino, la enseñanza, lo que siempre me ha gustado. 

De pequeña me creía una auténtica profesora, con mis carpetas de cuero y las agendas que le daban a mi padre del banco, pasando lista a una clase imaginaria, con un metódico y estructurado programa para el año, con mi apreciada pizarra siempre dando explicaciones a mi inexistente alumnado. ¿Pues veis como los sueños se cumplen?...  aunque lo mío he tenido que poner de mi parte. Decenas de años después, me encuentro con unos alumnos reales, una pizarra aunque no de color verde y con las tizas de mi infancia, sino de plástico blanca y con rotuladores no permanentes, como cambia todo.




Como todo en la vida es un Quid Procuo, yo aprendí también de ellos, supervivientes al dolor y la tragedia, con ganas de crecer y mejorar, generosos en sonrisas y cumplidos, unos auténticos luchadores que me obligan a mirarme y replantearme cómo vivo mi vida y de qué me quejo.

El proyecto terminaba en Julio y de pronto se me daba la oportunidad de irme al sur de España, a Marbella, ciudad que en una pequeña parte, construyó mi padre, arquitecto que vivió la época dorada de la Costa del Sol. Se trataba de un trabajo relacionado con la Hostelería, "Trocadero Playa", un hermoso y lujoso restaurante en plena playa en la Milla de Oro Marbellí, justo delante del palacete de la Duquesa de Alba, asidua cliente, cuando está por Marbella. Mi puesto recibía el nombre de Hostess, en teoría recepcionista, luego os cuento porqué.





Fue sólo unos días a fines de Julio y el mes de Agosto completo pero creo que nunca he currado tanto en mi vida. Además de recibir y acompañar a los clientes a sus mesas, has de atender el teléfono de reservas, ofrecer una respuesta resolutiva en caso de que al cliente no le guste su mesa, o haya pedido dentro y le hayan dado fuera, o lleva una hora esperando o le da el sol a uno de los 12 comensales de su mesa, étc, étc, de las posibles quejas de personas que van a dejarse una buena pasta a un restaurante de caché. Llegué a verme a mi misma ideando un plan y subida a las sillas de una concurrida mesa en la terraza, me hice con algunos de los manteles de la noche y me puse a introducir los bordes a través de los palillos de la parte interior de las sombrillas....y se hizo la sombra.




También era todo un ejercicio de equilibrio físico, para no chocarte con las decenas de camareros con los que te cruzas de un lado a otro, todos con las bandejas repletas, y también mental. No reaccionar cuando cualquiera te pega un grito o una respuesta airada, porque es lo esperable en un mes como Agosto en hostelería en Marbella, cuando lo que sueles escuchar entre tus compañeros es: "Cómo nos están dando hoy...".

Otra de nuestras tareas y digo nuestras pues éramos 4 hostess... y una media de 500 comidas sólo a medio día las que se daban, era estar pendientes de las mesas que iban terminando para recogerlas rápidamente y prepararlas para los siguientes devoradores, con poca paciencia para esperar. Mi mayor temor antes de empezar el trabajo era que se me cayera la bandeja y como suele suceder, mi miedo se vio proyectado y las copas estampadas contra el suelo el primer día. Nunca más me sucedió y si me veis la última semana con una bandeja sujeta por los dedos estirados de una mano, brazo en alto, por encima de la cabeza y en la otra mano unos cuantos platos más, no os lo creéis. 




El restaurante es precioso y yo sufría viendo pasar delante de mis narices aquellos suculentos platos, cuyos olores tan seductores se quedarán siempre grabados en mi memoria. En las pocas horas de menor trabajo como el rato previo a las cenas, cuando aún no estaba abierta la cocina y tenía que encender las cientos de velas que cada noche, escondidas entre la frondosa vegetación que decora el negocio y con el arrullador sonido de las olas del mar de fondo, creaban ese entorno paradisíaco para deleite de los clientes. Por cierto vi a un montón de famosos, algunos de ellos de verdad. Como dato anecdótico contar que gracias al reloj que mide los kilómetros recorridos que me prestó un día una amiga, pude constatar que recorría una media de 15 km al día, sólo en mis 8 horas de trabajo.

Pues bien, ese fue mi verano y aunque este trabajo no me apetecía nada en sí mismo y lo hacía más bien por necesidad, ha resultado un interesante reto donde además he conocido a personas muy interesantes también y de cuyas interacciones he aprendido nuevas lecciones. El más interesante mi jefe, Yeyo Llagostera, autor del libro "Locura de vivir", una autobiografía de su apasionante y desenfrenada vida, un ser cálido y temperamental, generoso y divertido y de cuyo libro rescato la siguiente frase: "Sólo cuando encontré un trabajo serio y una disciplina, encontré la mayor satisfacción..." Grande Yeyo !!!

Bueno esto puede dar para mucho más pero de momento estoy retomando el contacto así que poco a poco...paso a paso...así se anda el camino...ahora se me presenta un invierno movidito pero de momento os dejo en ascuas...hasta pronto !!!